Nos relajamos, cerveza para ella cerveza para mi, en eso fuimos precavidos, llevamos cervezas porque era un día de ley seca y por lo tanto nadie estaba vendiendo en contra de la ley. Entre risas, bronceador, fotos y muestras de afecto, se nos iban las horas sentados en la arena. De repente se acercó un niño (11 o 12 años) a ofrecernos helados, le dijimos que muchas gracias pero no queríamos, tranquilamente acepto la negativa pero noté en él un gesto de cansancio que me hizo reflexionar sobre lo duro que es para un niño tener que salir a trabajar para ganarse el pan. Pensé en detenerlo en su partida y comprarle helados pero no lo hice, quedé con cierto grado de perturbación de la conciencia, se alejó y nosotros seguimos en lo nuestro.
Las horas pasaban y nuestras cervezas cada vez eran menos, tomamos la decisión de irnos, de meternos por ultima vez en el mar ese día. Recogimos nuestras cosas, la basura la colocamos en el pipote mas cercano, y al momento de dirigirnos al estacionamiento, el niño vendedor de helados y otro que lo acompañaba me preguntan:
Señor de quien es ese carro?!
-Les respondo: Por que? Les gusta?...
Me contestan: Si! está fino.
-Vuelvo a contestarles que el carro es mio, que si estudian bastante y se esfuerzan pueden tener uno igual.
Y a que se dedica usted? Preguntaron.
-Saben? no soy un profesional pero toda mi vida he trabajado y siempre he seguido el camino del sacrificio y la constancia para cumplir las metas que me he propuesto en la vida. A ustedes les digo que hagan lo mismo, si tienen que estudiar háganlo convencidos de que es la decisión mas segura para lograr el respeto de los demás, pero si tienen que trabajar desde pequeños como tú (toco en el hombro al niño que vende helados) háganlo con la convicción de que algún día dios los premiará, siempre y cuando hagan las cosas bien. -Les respondí.
Eso es verdad, tiene razón señor.-Respondieron al unisono.
No dejen que otras personas los haga salirse del carril, salirse del carril del bien implica meterse en otro donde la carrera es corta, no dejen que sus vidas acaben tan pronto por seguir malos ejemplos. -Me sentía casi que un maestro cuando les hablaba. Sin modestia.
El niño vendedor de helados, con la seguridad de haber conocido la esperanza, dice tajantamente: Verdad! esa carrera es corta, por eso yo estoy estudiando y trabajo, no me importa no tener nada ahorita porque algún día se que estaré mejor, voy a graduarme porque quiero ser guardia!...
Así se habla! -Le dije.
Nos despedimos con la señal del choque de puños, y ambos nos deseamos suerte.
Él siguió su camino, yo me fui agradecido con dios por permitirme momentos como ese.
Muy buena historia
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